Un día te darás cuenta que sobran platos en la mesa, y que no habrá mochilas en el suelo

Un día te darás cuenta que sobran platos en la mesa, y que no habrá mochilas en el suelo

«Y un día te vas a dar cuenta de que ya no existe ese bullicio infantil que tanto desgasta; y ese caos armónico es silencio ruidoso porque las hojas del calendario no perdonan.


Y es que de repente… de repente caes en la cuenta de que la bañera ya no es un baúl desastre lleno de juguetes, y que no te han dejado en el lavabo ese balón de gomaespuma, ni hay muñecas en un sofá dormido, ni playmobils esparramados por la casa.


Y un día te vas a dar cuenta de que no hay carreras por pasillos interminables; ni risas a hurtadillas en la cama para desafiar el sueño; ni cuentos a quien leer, ni sábanas a quien tapar a medianoche.


Y un día te vas a dar cuenta de que la despensa está llena de recuerdos y que sobran platos en la mesa; y que todo está en orden, sin mochilas en el suelo de la entrada, sin lápices desordenados en pupitres de colores, ni esa ropa que no entra en el cesto y que las camas no se deshacen.


Y un día te sentarás en el sillón sabio con un libro y querrás que una voz inocente te interrumpa. Y cada página que pases, léela con detenimiento porque esa… ya no vuelve. Es la vida»